Hundiste Mi Crítica
Ser entretenido por una película que uno creía sería
un desastre siempre es algo grato. En el caso de “Battleship” no es sólo que yo
esperara que fuera un fracaso, sino que debo admitir que hasta cierto punto lo
deseaba pues hace ratillo que no despedazo una película en este blog. Pero es
que pocas veces va uno a ver una cinta que uno “sabe” que lo va a hacer perder
un par de horas de vida sufriendo una frustrante agonía en una butaca. Si he de
ser franco, fui a ver “Battleship” simplemente porque me gané las entradas.
Mi rechazo inicial hacia esta película venía del hecho
de estar basada en un juego de Hasbro al que nunca le vi el sentido. Y no es
porque adivinar las coordenadas de los barcos enemigos y hundirlos no fuese
algo divertido. De hecho, junto al “Gato” y al “Ahorcado”, este es uno de los
juegos clásicos que me salvó de morir de aburrimiento durante el colegio. Pero
no le veo mucho sentido a gastar dinero comprando todo un tablero para jugar lo
mismo que se puede jugar con un par de hojas de papel y unos lápices. Por
otro lado, los avances promocionales que la presentaban como una especie de
“hija bastarda” de la saga de “Transformers” de Michael Bay no ayudaron en
nada. Y si a eso le añadimos toda la bulla que se hizo alrededor de la
actuación de la cantante de moda Rihanna… En fin, a todas luces esta parecía ser otra producción
comercial de alto presupuesto, argumento ya masticado y regurgitado y
despliegue de efectos especiales para ocultar la poco sustancioso y superficial
de la trama. Otro detalle: ¿desde cuándo hay alienígenas en el juego de
“Battleship”? Sea como sea, terminé en la sala de cine esperando desperdiciar
dos horas de mi existencia con una película hecha con todo el metraje sobrante de “Transformers”.
Y al inicio mis certezas parecían confirmarse. Tras un
comienzo acartonado y lleno de clichés holliwoodenses, donde la estética
fotográfica del director Peter Berg parecía un remedo de la de Bay, yo ya
estaba haciéndole punta a mi lápiz mental para comenzar a destrozar la
historia. Pero de pronto algo cambió. La tontería del chico rebelde quedó
atrás, las naves alienígenas aparecieron, los buques de la armada se prepararon
para la batalla y lo entretenido de la película emergió desde las profundidades
de los lugares comunes para apropiarse de la pantalla y del público. No estoy diciendo que esta sea la nueva joya del cine
de ciencia ficción, sino que Berg supo tomar un argumento truculento y sacarle
el mayor provecho posible, generando sus momentos y manteniendo el ritmo de
edición adecuado como para que, al salir de la sala, uno no sintiera que había
desperdiciado el tiempo que estuvo allí adentro.
La trama no es muy original. En 2005 la NASA comete el
error de mandar saludos a un planeta extrasolar con condiciones similares a la
Tierra en un intento de encontrar vida extraterrestre inteligente. La señal es
transmitida desde una potente estación ubicada en la isla de Oahu en Hawaii.
Allí, sin tener idea de los acontecimientos importantes que se están dando, el
perdedor Alex Hopper (Taylor Kitsch) se mete en problemas el día de su
cumpleaños y termina arrestado por la policía. Su hermano mayor, Stone
(Alexander Skarsgard), cansado de los problemas de su pequeño hermano, le da a
elegir entre la calle y unirse a la Marina donde él ya está sirviendo y puede
tenerlo vigilado. Siete años después (en el 2012), Stone es ya capitán del
destructor USS Sampson, mientras que Alex tiene el rango de teniente y oficial táctico
del destructor USS John Paul Jones. Ambos están bajo las órdenes del Almirante
Shane (Liam Neeson), con cuya hija, Samantha (Brooklyn Decker), se ha
involucrado Alex.
En el contexto de los juegos de guerra navales
internacionales RIMPAC, la flota de Shane se hace a la mar para enfrentarse a
las de otros países. Pero en medio de las maniobras, cinco naves alienígenas
entran dentro de la atmósfera terrestre. Una de ellas se estrella en Hong Kong
causando un gran número de víctimas, mientras que las otras cuatro caen en aguas
del Pacífico, donde crean un campo de fuerza en forma de cúpula que encierra al
archipiélago hawaiano y separa al Sampson, al John Paul Jones y al destructor
japonés Myoko, del capitán Nagata (Tadanobu Asano), del resto de las flotas
internacionales. Es allí donde comienza realmente el juego de batalla naval,
pues tres de las naves alienígenas entran en combate con los tres destructores
terrestres, que pronto descubren que son la única línea de defensa que puede
evitar el inicio de una invasión contra el planeta.
El elemento de ciencia ficción es uno de los puntos
positivos de esta película, pues aunque los avances promocionales erróneamente nos
intentaron vender la idea de algo robótico, esta idea pronto queda descartada
al descubrir que los invasores son seres orgánicos antropomórficos, cuyos
armamentos, trajes y vehículos responden a necesidades y características
claras, sin mucho adorno raro e incomprensible. Incluso sus acciones, atacando
blancos militares y sistemas y vías de comunicación pero dejando de lado
blancos civiles, resultan totalmente lógicas desde nuestra propia óptica de la
estrategia militar. Estas se fundamentan en el hecho de que
son sólo una avanzada de reconocimiento que debe comunicarse con su planeta
para iniciar un ataque a mayor escala. La pérdida de la nave de comunicaciones
en Hong Kong es el punto argumental que permite a los humanos confrontar a los
invasores, pues estos necesitan tomar los sistemas satelitales terrestres para
remplazar dicha nave.
Así, aunque esta es una película de ciencia ficción,
posee un fuerte elemento bélico estratégico que lo conecta directamente con el
juego del cual toma el título. El otro elemento poco esperado con que lo consigue
es la incorporación del sistema de ataques por tanteo en cuadrantes que llega a
justificarse de manera sorprendentemente sólida y creíble, siendo esto uno de
los mayores aciertos de la película, pues hace que toda la idea de hacer una
cinta basada en el popular juego de mesa no parezca algo forzado y artificial.
Y aunque ciertamente no hay alienígenas en el juego original que busca recrear
las batallas navales de la Guerra del Pacífico durante la Segunda Guerra
Mundial, se percibe un homenaje a la visión original en el hecho de que los
personajes principales son estadounidenses y japoneses, y en el papel estelar del
legendario acorazado USS Missouri en el clímax de la película.
Puede que algunos cuestionen el discurso nacionalista
y de orgullo de las fuerzas armadas estadounidenses en “Battleship”, pero en lo
personal no me estorbó, pues no lo sentí fuera de lugar en una historia de
guerra. Además, puesto que casi toda la acción sucede en territorio
estadounidense, es justificado que sean estos los que actúen.
Entre los puntos débiles que sí hay que mencionar, el
elenco no me parece que tenga gran solidez. Aunque mucha de la culpa no recae
en los actores sino en lo plano y superficial de sus personajes.
Particularmente me parece un desperdicio el papel de Brooklyn Decker como la
rubia bonita, novia del protagonista. Tomando en cuenta las acciones importantes
que llega a efectuar en la historia, es sospechoso que no se creara un papel
más sólido para Samantha. ¿Por qué, siendo hija de un almirante, no se le
retrató como una oficial de la base o algo más acorde con lo militar? ¿Por qué es
una enfermera que por pura casualidad se ve arrastrada a la acción? ¿Es que una
mujer bonita es incapaz de ser soldado, sentir un llamado al deber y decidir
ponerse en la línea de fuego para salvar a otros? Y si la respuesta es que ese
papel recayó en el personaje de Cora Raikes (Rihanna), me parece una pésima
respuesta, pues ella no pasó de ser un personaje de minoría segundón y con
comportamientos marimachos como si sólo las mujeres que responden a este
estereotipo sirvieran en las fuerzas armadas.
Otro gran desperdicio fue el veterano Liam Neeson, del
cual casi no vemos nada en toda la película. Como almirante a cargo de los
barcos que se ven aislados en combate y padre de uno de los civiles atrapados
en las islas, uno hubiese esperado un rol más activo. Pero en toda la película
lo que mejor hace es estar de pie y esperar.
En conclusión, si bien “Battleship” no es la obra que
redefine a la ciencia ficción en lo que respecta a invasiones extraterrestres,
tampoco es el desastre que parecía anticiparse, y mucho del veneno que me
hubiese encantado derramar en estas líneas tendré que tragármelo. Debo confesar
que la disfruté. Mis ganas de darle una pésima crítica fueron hundidas. Fin del
juego.
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