Game of Thrones: Reseña Episodio 19

“Los dioses no tienen piedad. Por eso son dioses”.

“Blackwater” ha sido sin duda el episodio más fuerte de la segunda temporada de “Game of Thrones”. Escrito por el propio George RR Martin, por primera vez en toda la serie nos enfocamos en un solo escenario, la Bahía Aguasnegras y la ciudad de Desembarco del Rey. La guerra llegó a la capital de los Siete Reinos, con las tropas del Rey Joffrey preparándose para soportar el asalto de la flota de Stannis Baratheon. Pero, ¿con cuál bando ir? Por un lado, junto a Stannis está el leal y honorable Ser Davos, y uno sabe qué clase de monstruo detestable es Joffrey. Pero por otro, Stannis empleó magia oscura para matar a su propio hermano (como bien nos recuerda Lord Varys), y en la ciudad hay muchos inocentes como Sansa o Shae. Además, aunque Tyrion es también un Lannister, lo cierto es que uno se ha encariñado con este personaje noble que trata de equilibrar su sentido de auto preservación con su sentido de justicia. Esto es lo que hizo de este un gran capítulo: el manipular a los espectadores de un lado a otro de la balanza, impidiéndonos tener un bando claro en la batalla.


El manejo de los momentos antes del caos fue magistral. Shae al lado de Tyrion mientras este se pregunta si sería la última noche que pasarían juntos. Bronn y los demás soldados de fiesta, sabiendo que muchos no estarían allí a la mañana siguiente. Y ese enfrentamiento entre el mercenario y El Perro que sólo pudo ser interrumpido por las campanas que daban a conocer lo inevitable: Stannis Baratheon estaba ya ante las puertas de la ciudad. La flota poco a poco se materializaba a través de la neblina de la noche. La desesperación de los defensores al verse superados aumentaba. Y el más asustado de todos, el imbécil de Joffrey, quien unos momentos antes se había jactado de fiero y valiente para lastimar a Sansa. Pero Tyrion tenía su plan, y mientras su majestad se orinaba en sus pantalones, el golpe de la Mano del Rey cayó sobre Stannis: ¡Fuego Valyrio! Antes de darnos cuenta una buena parte de la flota volaba por los aires en un espectral resplandor esmeralda; Ser Davos y su hijo Mathos incluídos.


Lo que siguió fue el infierno desatado. Los gritos de sufrimiento… Los alaridos de espanto… El llanto de los moribundos… Pero Stannis aún no iba a ser derrotado y ordenó el desembarco de todas sus tropas. Marejadas de hombres se estrellaron contra los muros de la ciudad mientras los defensores comandados por Sandor Clegane salían a su encuentro. Si en el pasado los productores de “Game of Thrones” no nos habían permitido ser testigos de la fiereza y la pesadilla de la guerra, aquí no se guardaron nada. Sangre, miembros mutilados, cabezas aplastadas, hombres partidos a la mitad… El nivel de violencia fue espantoso. Y se sintió real. Y es aquí cuando los espectadores realmente nos estremecemos con el horror de la batalla. “El hombre que muera con la espada limpia, le juro que violo su cadáver”. Y sin embargo, el temible Sandor El Perro Clegane también fue víctima del terror del momento. Enfrentado a su miedo al fuego, el fiero guerrero se retiró del campo de batalla. Y ante la ira de Joffrey tuvimos aquel hermoso momento donde Clegane, por fin, lo mandó al diablo.


Dentro de la Fortaleza Roja la situación fue incluso más tensa. Reunidas todas las mujeres en una sola sala, pudimos ver las reacciones de Sansa, Cersei y Shae ante la incertidumbre de lo que ocurría en el campo de batalla. Las únicas noticias para la Reina Regente provenían de un amedrentado Ser Lancel, quien a veces parecía estar a punto de desmayarse del miedo y otras veces parecía recordar que era un caballero y tenía una obligación para con el reino. Con semejante fuente de información, Cersei se dedicó a embriagarse y contarle a Sansa sobre las torturas y violaciones que sufrirían una vez que Stannis tomara la ciudad. Todo bajo la fría mirada del verdugo Ser Ilyn Payne, cuya verdadera misión Cersei no le ocultó a Sansa: Stannis no las agarraría vivas. Y así, mientras Cersei Lannister saboreaba la muerte con cada copa, sopesando la miseria de su existencia de reina, Sansa Stark trataba de tranquilizar a las demás mujeres orando a los dioses por un final para toda aquella pesadilla. Una vez lo dije y lo vuelvo a repetir: si alguna vez despreciamos a Sansa por los terribles errores que cometió en la primera temporada, ya ha pagado por ellos y con creces.


La desesperación de Cersei la lleva a tomar dos decisiones extremas. La primera es ordenarle a Lancel que el Rey Joffrey sea escoltado al interior de la Fortaleza Roja.  Y claro que el muy cobarde no se hace rogar. Esto pone en peligro la ciudad, pues el ver a su rey huir mientras que Stannis va a la vanguardia de los suyos, hace que muchos defensores estén a punto de rendirse. Sólo el coraje del gran Tyrion Lannister evita la retirada. Este pequeño gigante dirige la avanzada que ataca a las tropas de Stannis desde la retaguardia. Y por un momento parece que el golpe ha sido decisivo. Pero es entonces cuando el contragolpe enemigo lo rodea. Y allí, en medio del caos, en medio de la sangre y la locura, es la traición la que hará caer al Gnomo. Ser Mandon de la Guardia Real se encarga de dar el golpe nefasto. Esta ha sido la temporada de Tyrion, como la primera fue la de Eddard Stark. Y de la misma manera que un golpe de espada acabó con Ned durante el episodio noveno, un nuevo golpe de espada parecía dar fin a la vida de otra Mano del Rey. Solo la intervención de ese personaje que hasta ahora no había sido más que un extra de relleno, el escudero Podrick Payne, evita que aquellos sean los segundos finales de Tyrion Lannister.


La segunda decisión de Cersei nos muestra cuán desesperada está en esos momentos. Sentada en el Trono de Hierro, con su pequeño Tommen en las rodillas, mirando la puerta cerrada de un salón vacío y a oscuras, está dispuesta a envenenar al menor de sus hijos para salvarlo de una terrible agonía en manos de sus captores. Cersei aquí se nos muestra despojada de todo poder. Tan solo una madre aterrada, dispuesta a hacer el más terrible de los actos para proteger a los únicos a los que realmente ama: sus hijos. Y mientras el frasquito letal se acerca a los labios del niño inocente y nuestros corazones palpitan azorados ante la tragedia, las puertas del salón se abren dejando pasar a un imponente Lord Tywin Lannister al lado de Ser Loras Tyrell. El punto de giro no puede ser mejor. El triunfo de los Lannister no puede ser más inesperado e impactante. Y aunque por un momento nos volcamos a la sensación de triunfo, pronto recordamos lo que esto significa: Joffrey aún es rey. “Los peores siempre sobreviven”. ¡Cuánta verdad, pobre Sansa!


“Blackwater” es en definitiva el episodio clímax de esta temporada. Estamos a tan solo un capítulo de finalizar, y la guerra ha dado un giro sorprendente. Stannis está en retirada con un ejército hecho añicos. Los Lannister tienen el apoyo de los poderosos Tyrell de Altojardín. Tyrion se encuentra muy mal herido, debatiéndose entre la vida y la muerte. ¿Qué sucederá ahora? ¿Qué podrá hacer Robb ante el fortalecimiento de sus enemigos? ¿Cuál será el destino de Sansa, quien rechazó la oferta de El Perro para huir junto a él con rumbo al Norte? Y mientras todas estas preguntas se agolpan en nuestras mentes, los créditos cruzan la pantalla al ritmo de “Las Lluvias de Castamere”, aquel himno que canta la gloria en batalla de Tywin Lannister, recordando que este es el momento de los Leones de Roca Casterly.

He aquí el resumen del capítulo 19 (más o menos, por lo menos las últimas escenas):


Y aquí un avance de lo que nos traerá el final de la segunda  temporada de “Game of Thrones”:
http://www.youtube.com/watch?v=S9OcWiA9vfU

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