Game of Thrones: Reseña Episodio 19
“Los dioses
no tienen piedad. Por eso son dioses”.
Y aquí un avance de lo que nos traerá el final de la segunda temporada de “Game of Thrones”:
http://www.youtube.com/watch?v=S9OcWiA9vfU
“Blackwater”
ha sido sin duda el episodio más fuerte de la segunda temporada de “Game of
Thrones”. Escrito por el propio George RR Martin, por primera vez en toda la
serie nos enfocamos en un solo escenario, la Bahía Aguasnegras y la ciudad de
Desembarco del Rey. La guerra llegó a la capital de los Siete Reinos, con las tropas del Rey Joffrey preparándose para soportar el asalto de la flota de
Stannis Baratheon. Pero, ¿con cuál bando ir? Por un lado, junto a Stannis está
el leal y honorable Ser Davos, y uno sabe qué clase de monstruo detestable es
Joffrey. Pero por otro, Stannis empleó magia oscura para matar a su propio
hermano (como bien nos recuerda Lord Varys), y en la ciudad hay muchos inocentes
como Sansa o Shae. Además, aunque Tyrion es también un Lannister, lo cierto es
que uno se ha encariñado con este personaje noble que trata de equilibrar su
sentido de auto preservación con su sentido de justicia. Esto es lo que hizo de
este un gran capítulo: el manipular a los espectadores de un lado a otro de la
balanza, impidiéndonos tener un bando claro en la batalla.
El manejo
de los momentos antes del caos fue magistral. Shae al lado de Tyrion mientras
este se pregunta si sería la última noche que pasarían juntos. Bronn y los
demás soldados de fiesta, sabiendo que muchos no estarían allí a la mañana
siguiente. Y ese enfrentamiento entre el mercenario y El Perro que sólo pudo
ser interrumpido por las campanas que daban a conocer lo inevitable: Stannis
Baratheon estaba ya ante las puertas de la ciudad. La flota poco a poco se
materializaba a través de la neblina de la noche. La desesperación de los
defensores al verse superados aumentaba. Y el más asustado de todos, el imbécil de
Joffrey, quien unos momentos antes se había jactado de fiero y valiente para
lastimar a Sansa. Pero Tyrion tenía su plan, y mientras su majestad se orinaba en
sus pantalones, el golpe de la Mano del Rey cayó sobre Stannis: ¡Fuego Valyrio!
Antes de darnos cuenta una buena parte de la flota volaba por los aires en un
espectral resplandor esmeralda; Ser Davos y su hijo Mathos incluídos.
Lo que
siguió fue el infierno desatado. Los gritos de sufrimiento… Los alaridos de
espanto… El llanto de los moribundos… Pero Stannis aún no iba a ser derrotado y
ordenó el desembarco de todas sus tropas. Marejadas de hombres se estrellaron
contra los muros de la ciudad mientras los defensores comandados por Sandor
Clegane salían a su encuentro. Si en el pasado los productores de “Game of
Thrones” no nos habían permitido ser testigos de la fiereza y la pesadilla de
la guerra, aquí no se guardaron nada. Sangre, miembros mutilados, cabezas
aplastadas, hombres partidos a la mitad… El nivel de violencia fue espantoso. Y se
sintió real. Y es aquí cuando los espectadores realmente nos estremecemos con
el horror de la batalla. “El hombre que muera con la espada limpia, le juro que
violo su cadáver”. Y sin embargo, el temible Sandor El Perro Clegane también
fue víctima del terror del momento. Enfrentado a su miedo al fuego, el fiero
guerrero se retiró del campo de batalla. Y ante la ira de Joffrey tuvimos aquel
hermoso momento donde Clegane, por fin, lo mandó al diablo.
Dentro de
la Fortaleza Roja la situación fue incluso más tensa. Reunidas todas las
mujeres en una sola sala, pudimos ver las reacciones de Sansa, Cersei y Shae
ante la incertidumbre de lo que ocurría en el campo de batalla. Las únicas
noticias para la Reina Regente provenían de un amedrentado Ser Lancel, quien a
veces parecía estar a punto de desmayarse del miedo y otras veces parecía
recordar que era un caballero y tenía una obligación para con el reino. Con semejante
fuente de información, Cersei se dedicó a embriagarse y contarle a Sansa
sobre las torturas y violaciones que sufrirían una vez que Stannis
tomara la ciudad. Todo bajo la fría mirada del verdugo Ser Ilyn Payne, cuya
verdadera misión Cersei no le ocultó a Sansa: Stannis no las agarraría
vivas. Y así, mientras Cersei Lannister saboreaba la muerte con cada copa,
sopesando la miseria de su existencia de reina, Sansa Stark trataba de
tranquilizar a las demás mujeres orando a los dioses por un final para toda
aquella pesadilla. Una vez lo dije y lo vuelvo a repetir: si alguna vez
despreciamos a Sansa por los terribles errores que cometió en la primera
temporada, ya ha pagado por ellos y con creces.
La
desesperación de Cersei la lleva a tomar dos decisiones extremas. La primera es
ordenarle a Lancel que el Rey Joffrey sea escoltado al interior de la Fortaleza
Roja. Y claro que el muy cobarde no se
hace rogar. Esto pone en peligro la ciudad, pues el ver a su rey
huir mientras que Stannis va a la vanguardia de los suyos, hace que muchos
defensores estén a punto de rendirse. Sólo el coraje del gran Tyrion Lannister
evita la retirada. Este pequeño gigante dirige la avanzada que ataca a las
tropas de Stannis desde la retaguardia. Y por un momento parece que el golpe ha
sido decisivo. Pero es entonces cuando el contragolpe enemigo lo rodea. Y allí, en medio del caos, en medio de la sangre y la locura, es la
traición la que hará caer al Gnomo. Ser Mandon de la Guardia Real se encarga de
dar el golpe nefasto. Esta ha sido la temporada de Tyrion, como la primera fue
la de Eddard Stark. Y de la misma manera que un golpe de espada acabó con Ned
durante el episodio noveno, un nuevo golpe de espada parecía dar fin a la vida
de otra Mano del Rey. Solo la intervención de ese personaje que hasta ahora no
había sido más que un extra de relleno, el escudero Podrick Payne, evita que
aquellos sean los segundos finales de Tyrion Lannister.
La segunda
decisión de Cersei nos muestra cuán desesperada está en esos momentos. Sentada
en el Trono de Hierro, con su pequeño Tommen en las rodillas, mirando la puerta
cerrada de un salón vacío y a oscuras, está dispuesta a envenenar al menor de
sus hijos para salvarlo de una terrible agonía en manos de sus captores. Cersei
aquí se nos muestra despojada de todo poder. Tan solo una madre aterrada,
dispuesta a hacer el más terrible de los actos para proteger a los únicos a los
que realmente ama: sus hijos. Y mientras el frasquito letal se acerca a los
labios del niño inocente y nuestros corazones palpitan azorados ante la
tragedia, las puertas del salón se abren dejando pasar a un imponente Lord
Tywin Lannister al lado de Ser Loras Tyrell. El punto de giro no puede ser
mejor. El triunfo de los Lannister no puede ser más inesperado e impactante. Y
aunque por un momento nos volcamos a la sensación de triunfo, pronto recordamos
lo que esto significa: Joffrey aún es rey. “Los peores siempre sobreviven”.
¡Cuánta verdad, pobre Sansa!
“Blackwater”
es en definitiva el episodio clímax de esta temporada. Estamos a tan solo un
capítulo de finalizar, y la guerra ha dado un giro sorprendente. Stannis está en
retirada con un ejército hecho añicos. Los Lannister tienen el apoyo de los
poderosos Tyrell de Altojardín. Tyrion se encuentra muy mal herido, debatiéndose
entre la vida y la muerte. ¿Qué sucederá ahora? ¿Qué podrá hacer Robb ante el
fortalecimiento de sus enemigos? ¿Cuál será el destino de Sansa, quien rechazó
la oferta de El Perro para huir junto a él con rumbo al Norte? Y mientras todas
estas preguntas se agolpan en nuestras mentes, los créditos cruzan la pantalla
al ritmo de “Las Lluvias de Castamere”, aquel himno que canta la gloria
en batalla de Tywin Lannister, recordando que este es el momento de los Leones
de Roca Casterly.
He aquí el
resumen del capítulo 19 (más o menos, por lo menos las últimas escenas):
Y aquí un avance de lo que nos traerá el final de la segunda temporada de “Game of Thrones”:
http://www.youtube.com/watch?v=S9OcWiA9vfU
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