De Da Vinci, Galileo, Templarios e Illuminati
Lo primero que debo aclarar es que no soy un gran fanático de Dan Brown. Hasta el momento no he leído ninguna de sus novelas, por lo que sus historias las conozco por la interpretación de estas hechas por Ron Howard para la gran pantalla. Aclaro esto para establecer que esta es una crítica puramente fílmica de El Código Da Vinci y Ángeles y Demonios, no una crítica literaria. Trataré por tanto de concentrarme únicamente en las historias, y no en su autor ni la controversia (sobredimencionada con puros fines mercadotécnicos, según mi punto de vista) que han rodeado a ambas películas. Bueno, mejor corrijamos: a la primera película, pues en Ángeles y Demonios no vi nada que pudiese ser controvertido.
Debo también confesar que no soy uno de los muchos que, ávidos de controversia, corrieron a las salas de cine a ver El Código Da Vinci en su estreno. En lo personal, esta historia no me llamaba mucho la atención. Todo ese asundo del Santo Grial, los Templarios, los Mazones, María Magdalena y la Sangre Real de Cristo, yo ya me lo conocía. Teoría romántica e interesante, pero por lo menos yo no la defendería mucho. Quizás es que en ciertas cosas tiendo a ser un tanto escéptico (echénle la culpa a Benítez y su Caballo de Troya). Todo esto es para explicar por qué no llegué a ver esa primera película protagonizada por el experto en símbolos Robert Langdon sino hasta semanas antes del estreno de Ángeles y Demonios.
Y debo confesar que debo disculparme con Dan Brown por no haberlo tomado en cuenta. Quizás la teoría defendida sea cuestionable históricamente, pero de que la historia es intensa, los personajes están bien elaborados y el manejo de la simbología permite hacer avanzar la trama de forma interesante, no hay la menor duda. O quizás fue más bien el talento de Ron Howard, tan despreciado por muchos por considerarlo como un simple director sumiso al enorme engranaje de las productoras de Hollywood. Yo por ahora doy el beneficio de la duda y creo que fue la suma de ambos.
En la película El Código Da Vinci asistimos a la búsqueda de la verdad detrás de un gran complot religioso que data desde el Concilio de Nicea en el 325, cuando el Emperador Constantino ordenó la estructura de la Iglesia Cristiana y definió sus dogmas, separando entre los libros Deuterocanónicos y los libros Apócrifos. Complot que ha ocultado una "verdad" que podría amenazar el poder de la Iglesia de Roma en la tierra (afirmación algo exagerada). Esta verdad es aquella que encierra el Santo Grial, encontrado y protegido por los Caballeros Templarios y el legendario Priorato de Sión, del cual Leonardo Da Vinci habría sido miembro.
La película inicia con el asesinato del curador del Museo del Louvre, Jacques Saunière, a manos del fanático monje Silas, discípulo del Obispo Aringarosa y miembro del Opus Dei. Robert Langdon se enreda en este homicidio al ser inculpado del mismo. La nieta de Saunière, la policía Sophie Neveu, le ayudará a escapar, convencida de que Langdon es inocente y que su abuelo deseaba que este la ayudara a develar el antiguo misterio que provocó su muerte.
Otros personajes importantes son el teniente de la policía francesa Bezu Fache y el estudioso del Cáliz, Sir Leigh Teabing. El elenco está compuesto por el magnífico Tom Hanks como Langdon, Audrey Tautou como Sophie, Alfred Molina como Aringarosa, Jean Reno como Fache, Paul Bettany como Silas y el extraordinario Ian McKellen como Sir Leigh.
Si bien es cierto, al estar uno informado de estos temas se pierde parte de las sorpresas de la película (destinadas a aquellos que no son de leer sobre historia universal y menos de historia de la Iglesia), el manejo de las pistas, el rastro creado a patir de símbolos medievales y la intercalación de diversos hechos de la historia occidental, permiten el disfrute de la intriga. Y aunque esas pequeñas sorpresas no lo hayan sido para uno, hay otras (como la sorpresa final con respecto a la heredera de la Sangre Real) que evitan que la historia se quede sin clímax para los entendidos en estas cuestiones históricas. Lo "histórico" por tanto será lo que asombre al espectador promedio, lo "policiaco" lo hará con el espectador entendido.
Pero si hemos de hablar del manejo del suspenso para crear una muy buena intriga policiaca, entonces es mejor hablar de Ángeles y Demonios, todo un thriller criminal que enfrenta a Robert Langdon contra los Illuminati, una secta de seguidores de la ciencia y libre pensadores listos a cobrar venganza contra el Vaticano por siglos de persecución y condena. Para lograr esta venganza, los Illuminati (entre los que alguna vez se contaron Galileo y Bernini) aprovechan la muerte del Papa para atacar a la Iglesia mientras el Conclave elige a un nuevo Pontífice. En las instalaciones del CERN en la frontera franco-suiza, un contenedor especial con antimateria es robado tras el asesinato de un científico. Al mismo tiempo, los 4 candidatos principales a ser elegidos Papa son secuestrados. Mediante un mensaje en video, los Illuminati dan a conocer su venganza: asesinar a cada uno de los Cardenales en diferentes horas hasta llegar a la medianoche, cuando la antimateria explotará y destruirá todo el Vaticano, matando a las multitudes que se han congregado en la Plaza de San Pedro. Robert Langdon es llamado por la Iglesia para ayudar a detener a los homicidas. La trama transcurre en menos de un día con su noche, en una carrera vertiginosa que lleva a Langdon, la física Vittoria Vetra y el inspector Ernesto Olivetti, a seguir una senda secreta que atraviesa la ciudad de Roma a través de los 4 puntos cardinales (los 4 elementos). En tanto en el Vaticano se da el pulso entre el Cardenal Strauss, líder del Conclave, y el Camarlengo Patrick McKenna por cancelar la elección del nuevo Papa, debido al peligro de muerte de las multitudes congregadas.
Como ya se dijo, la historia transcurre en menos de 24 horas, creando una sensación de apuro y suspenso que acrecientan el efecto psicológico de la intriga policiaca. Es curioso que en esta ocasión el elenco no haya estado compuesto por más caras conocidas (como ocurrió en El Código Da Vinci). Tom Hanks vuelve a interpretar a Robert Langdon, acompañado por Ayelet Zurer como Vittoria, Ewan McGregor como el Camarlengo McKenna, Pierfrancesco Favino como Olivetti, Stellan Skarsgard como el comandante de la Guardia Suiza Ritcher, Nikolaj Lie Kaas como el hassassin y Armin Mueller-Stahl como el Cardenal Strauss.
Al no basarse esta película tanto en la controversia histórica, sino más bien en la intriga policíaca, me parece que la trama logra sustentarse mejor por sí misma. Los giros sorpresivos que se dan en la película atrapan a todo el público por igual, algo que, como ya comenté, no ocurre en El Código Da Vinci.
Ya sea porque los libros de Dan Brown han creado el desarrollo interesante de estas dos historias, o porque Ron Howard las haya rescatado con su visión propia y sus aportaciones, lo cierto es que tanto El Código Da Vinci como Ángeles y Demonios son dos películas que dan un buen rato de entretenimiento y emoción al espectador. Eso sí, siempre recordando que estamos ante ficción y no documentales históricos, como algunos han querido proclamar.
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