Oda al Primer Mago del Cine

Si un viajero de tren que pasara por París a mediados de la década de los años 20s del siglo pasado se hubiese bajado en la estación de Montparnasse, posiblemente se habría topado con un puestito de juguetes y golosinas a cargo de un hombre de unos sesenta años, calvo y con barba y bigote canosos. Aquel tendero se llamaba Georges Méliès, y años antes había sido uno de los grandes pioneros del cine. Hoy en día, Méliès es considerado el inventor de los efectos especiales y desarrollador de muchos de los principios de la edición cinematográfica. Sin embargo, tras la Gran Guerra, el cineasta quedó en la quiebra, su obra fue olvidada y la gran mayoría de sus cientos de películas se consideraron irremediablemente perdidas para siempre. Pero todo estaba por cambiar a mediados de aquella década, cuando los creadores franceses recordaron de nuevo el nombre de Georges Méliès y se dedicaron a encontrar y preservar su trabajo. La razón de este redescubrimiento es el tema central del libro "The Invention of Hugo Cabret", publicado en 2007 por Brian Selznick. En esta obra los hechos históricos se entretejen con la ficción, teniendo como protagonista al pequeño huérfano Hugo Cabret quien, tras perder a su padre y heredar un misterioso autómata averiado, se encontrará con el anciano director olvidado y buscará devolverle la esperanza.

No es difícil entender por qué un gran cineasta como Martin Scorsese decidió llevar esta historia a la gran pantalla. Y es que, para cualquier amante del cine, esta narración toca una fibra sensible, al ser una historia sobre seguir los sueños, sobre imaginar, sobre arriesgarlo todo por el Séptimo Arte... Pero también sobre la maleabilidad de los gustos del público, sobre el paso inexorable del tiempo y sobre el olvido del que son víctima muchos grandes genios artísticos.

"Hugo" es el título con el que Scorsese lleva la adaptación de este libro a las salas de cine. La narración inicia con el joven Hugo Cabret (Asa Butterfield) viviendo entre las paredes y corredores secretos de la estación de Montparnasse, encargándose de mantener en marcha los relojes de la estación, escapando de la feroz vigilancia del Inspector Gustave (Sacha Baron Cohen), y robando piezas de juguetes mecánicos de la tienda de Méliès (Ben Kingsley). La idea de Hugo es usar estas piezas para reparar el dañado autómata que su difunto padre (Jude Law) encontró en el museo donde trabajaba, y que es una de las pocas herencias que le dejó junto con su libreta de apuntes y dibujos. Pero tras ser atrapado por Méliès, Hugo pierde la libreta y debe buscar la ayuda de Isabelle (Chloë Grace Moretz), ahijada del viejo cineasta, para recuperarla.


La película es un viaje emotivo por los inicios de la cinematografía. En este sentido Scorsese nos regala una de las películas más íntimas de toda su carrera, donde desborda su pasión por el cine y su historia. El cineasta neoyorquino de origen italiano no escatima en utilizar el metraje original de joyas históricas para narrarnos esta historia. Fragmentos de películas de los hermanos Lumière, o cintas mudas como "The Great Train Robbery" de Edwin S. Porter (1903, primer western de la historia) o "Safety Last!" de Harold Lloyd (1923), ayudan a dar esa sensación de añoranza por un cine lleno de creatividad, en una época cuando todo era nuevo.


De estas primeras películas, la que resulta protagónica dentro de la trama de "Hugo" es "Le Voyage dans la Lune", realizada por Georges Méliès en 1902. A través de ella se verán conectadas las vidas de los principales personajes de la película, desde Isabella y Hugo, hasta el padre de este o el historiador René Tabard (Michael Stuhlbarg). En especial, la icónica escena del cohete incrustándose en el ojo de la Luna se repite como un recuerdo que el padre de Hugo le narra a su hijo y que después es dibujado por el autómata. Pero esta no es la única película de Méliès de la que veremos fragmentos o recreaciones. Las hermosas secuencias que nos muestran el famoso estudio de Montreuil mientras Méliès realiza algunas de sus películas nos transportan a ese mágico taller de sueños donde el cineasta francés perfeccionaba el arte de aquellos primeros efectos especiales con los que daba vida a historias de fantasía y ciencia ficción.

Otro elemento icónico que aparece en la historia es el sueño de Hugo sobre el famoso descarrilamiento en la estación de Montparnasse del expreso Granville-París, ocurrido en octubre de 1895 (año de "nacimiento" del cine). También es interesante la identificación del protagonista como un pequeño Robin Hood, la cual queda patente cuando Hugo recibe un libro sobre este personaje de manos del librero, Monsieur Labisse (Christopher Lee).

Y es aquí cuando topamos con otro vínculo referencial que nos muestra Scorsese: la relación entre el mundo mágico de los libros y el mundo mágico de las películas. Por un lado, Hugo mantiene hermosos recuerdos de sus visitas al cine al lado de su padre. Por otro, Isabelle sueña despierta con ser la protagonista de las aventuras que lee en los libros que le presta Labisse. Ambos se comparten mutuamente estas pasiones y pronto Hugo se ve tan atraído por los libros, como Isabelle por las películas. Y es que hay que recordar que "Hugo" es una película basada en un libro sobre un creador de películas que encontró gran inspiración en otros libros, como los del escritor Julio Verne.


En el aspecto técnico, "Hugo" es un hermoso despliegue de dirección artística, banda sonora y efectos visuales. No es de extrañar que haya sido la gran vencedora en estas categorías durante la pasada entrega de los premios Oscar. Es de resaltar el uso que hace Scorsese de la tecnología en 3-D. En una época donde parece que este recurso técnico es utilizado a diestra y siniestra con el simple afán de la novedad y el marketing, Scorsese sabe utilizarlo como un recurso narrativo claro, sin hacer alarde de su presencia en la cinta. En esta película, el 3-D nos ayuda a ser envueltos por el ambiente, a identificar elementos claves o a compartir las emociones de los personajes. Realmente hacía falta un director que demostrara que esta nueva tecnología puede ser un recurso narrativo y no sólo una excusa para cobrar más en la taquilla.


En cuanto al elenco, quizás las actuaciones no son las más trascendentales en las carreras de grandes veteranos como lo son Ben Kingsley o Christopher Lee, pero estos logran embuir de una emoción actoral intensa a los más jóvenes, generando un hermoso balance en la pantalla. En lo personal debo reconocer que fue una gran sorpresa ver la actuación de Chloë Moretz, a la que recordaba como aquella violenta Hit-Girl de "Kick-Ass", o incluso la actuación de Sacha Baron Cohen, tan alejada de sus típicos personajes irreverentes como Borat. El elenco lo completan Ray Winstone como Claude Cabret (tío borracho de Hugo), Helen McCrory como Mama Jeanne (basada en Jeanne d`Alcy, segunda esposa de Méliès), Emily Mortimer como la vendedora de flores Lisette, Frances de la Tour como Madame Emile (la propietaria del café de la estación) y Richard Griffiths como Monsieur Frick (el vendedor de periódicos y adnegado pretendiente de Madame Emile). Llama también la atención la acreditación de Emil Lager como el famoso guitarrista pionero del jazz Django Reinhardt, Ben Addis como el pintor surrealista Salvador Dalí, y Robert Gill como el novelista y poeta irlandés James Joyce. En estos tres breves cameos vemos la interacción de las artes en el cine: música, imagen y narrativa. También se puede llegar a ver brevemente a Johnny Depp (cuya productora participó en la realización de la película) y al propio Scorsese, quien interpreta al fotógrafo en el estudio de Méliès.


"Hugo" es una gran obra cinematográfica. Un homenaje a los pioneros del Séptimo Arte. Y en particular a ese primer gran mago de los efectos llamado Georges Méliès, quien, gracias al talento de Martin Scorsese, vuelve a ser recordado más de un siglo después de haber realizado sus hermosas e inmortales películas. Todo amante del cine no saldrá defraudado de verla. Y puede que hasta derrame una lágrima de nostalgia. Se los garantizo.

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