El Capitán Más Allá de una Bandera

De todas las propuestas cinematográficas de Marvel que han llegado a la gran pantalla en los últimos años, "Captain America: The First Avenger" era quizás la más arriesgada de todas. Y es que aunque el personaje de Captain America es uno de los más populares y viejos de la editorial estadounidense (lo cual asegura el éxito dentro de la taquilla doméstica), la imagen de este superhéroe como "héroe bandera" de Estados Unidos ponía en riesgo su éxito internacional. Hay que ser claros ante la realidad: aunque desde mi punto de vista el Capi siempre ha sido un personaje muy bien desarrollado dentro de las viñetas, lo cierto es que fue creado en un contexto específico como una figura de propaganda norteamericana, con una carga ideológica que va más allá de su nombre o de los colores en su uniforme.

Hagamos un poco de historia. Captain America fue creado para la editorial Timely Comics por Joe Simon y Jack Kirby en marzo de 1941, en plena Segunda Guerra Mundial. Aunque los Estados Unidos no entrarían al conflicto hasta diciembre de ese año tras el ataque a Pearl Harbor, ya desde el inicio de la guerra en Europa se habían levantado voces que manifestaban que la neutralidad norteamericana no podría sostenerse durante mucho tiempo, obligada como estaba a auxiliar a sus aliados franceses e ingleses contra el avance Nazi en el viejo continente. Muchas de estas voces surgían de sectores intelectuales y artísticos, y el cómic no fue la excepción. La creación del personaje por parte de Simon y Kirby era parte de una línea editorial que estaba asumiendo la industria en favor de la intervención en Europa. Captain America era un llamamiento abierto a auxiliar a los aliados y detener a la Alemania Nazi. No es de extrañar que en su primera portada apareciera dándole un buen gancho derecho al propio Adolf Hitler (reitero: en ese entonces Estados Unidos no estaba en guerra con Alemania). Pero lo del Capi no era un caso aislado.
La llamada Edad de Oro del cómic estuvo vínculada directamente a la guerra, pues muchas de aquellas historias de superhéroes se volvieron populares entre los soldados en el frente de batalla. Más importante es que en aquella época la industria era local, por lo que los personajes con frecuencia se construían bajo la óptica de valores patrióticos nacionales. Los colores de la familia kriptoniana de Superman coincidían convenientemente con el azul y rojo estadounidense, y Wonder Woman justificaba el uso de tales colores y símbolos como gesto de buena voluntad al ser envíada a los Estados Unidos como embajadora de las amazonas. Durante la guerra muchos héroes participaron del conflicto tanto fuera como dentro de casa, y los cómics se volvieron un medio propagandístico importante.
Lo que hace diferente al Captain America es que su propia historia se crea para la guerra. Steve Rogers es un joven enclenque de Nueva York que desea marchar al frente para servir a su país. Tras ser rechazado en múltiples ocasiones, Rogers tiene por fin su oportunidad cuando es reclutado por el General Chester Phillips para ser parte de la Operación Renacer, la cual busca generar a un super-soldado a través del suero creado por el doctor Abraham Erskine. Durante la guerra el personaje ayudó en el frente de batalla, uniéndose a otros héroes de la editorial dentro de sus títulos bélicos. Sus altas ventas lo convirtieron en uno de los primeros superhéroes en llegar al cine a través varias películas seriales en 1944.
Pero el final de la guerra también marcó el final de los años de gloria del Captain America. Sería hasta la década de los 60s cuando el propio Kirby junto a Stan Lee lo trajeron de vuelta a las viñetas de Marvel Comics, colocándolo como el nuevo líder de su grupo de superhéroes, los Avengers. Pero para dicha época, con la Guerra de Vietnam de por medio, las cuestiones políticas se habían vuelto menos inocentes y el público prefería personajes más universales como los X-Men. Sin embargo, el personaje ha retomado su popularidad en la última década, gracias a sagas como "Civil War" que lo han aprovechado para generar un verdadero debate sobre el destino de Estados Unidos en la actualidad, en medio de la guerra contra el terrorismo y la crisis financiera. Un conflicto donde el Capi llega a representar ideales que parecen perdidos, y que hacen que el personaje entre en contradicciones con la realidad que lo rodea.
En fin, todo esto es necesario conocerlo para comprender la gran tarea que le tocó al director Joe Johnston para generar una historia de Captain America que fuese fiel a su escencia y que a la vez no se sintiera como panfletazo político que generara su rechazo fuera de Estados Unidos. El resultado es una película muy bien contada, donde Johnston nos hace enfocarnos en Steve Rogers como persona, y no tanto como símbolo o superhéroe. Buena parte de los primeros minutos de "Captain America: The First Avenger" nos concentramos en descubrir quién es su protagonista. Vemos el idealismo de Rogers (interpretado muy bien por Chris Evans) que lo lleva a ser golpeado una y otra vez por su terquedad a no huir de los matones, pues, según sus palabras "si uno comienza a huir, nunca va a dejar de hacerlo". Es así cómo el director logra que nos encariñemos con el héroe: apreciándolo primero como ser humano. Hay que recordar las palabras del doctor Erskine (Stanley Tucci) cuando le dice a Rogers que lo que lo hará un héroe no es ser un gran soldado, sino una buena persona.
No es que dentro de la trama de la película no se mire al Captain America como un elemento propagandístico. De hecho esto, al igual que en el cómic, es fundamental para la creación de la imagen y nombre del Capi. Pero Johnston sabe mostrarnos las dos caras de la moneda. Tras su transformación en el personaje de propaganda, Rogers se muestra incómodo, pues siente que no es más que un mono de feria y que su verdadero lugar está en el frente de batalla, junto a su viejo amigo James "Bucky" Barnes (Sebastian Stan). El personaje de "Bucky" tiene un tratamiento muy interesante, pues pasa de ser el amigo que siempre defiende al debilucho Rogers en su natal Brooklyn, a convertirse en la mano derecha del Captain America, en referencia a su papel como sidekick dentro del cómic.
El director aprovecha muy bien a varios personajes de los cómics de Marvel de la Segunda Guerra Mundial, como el General Phillips (Tommy Lee Jones), Peggy Carter (Hayley Atwell) y los miembros de los Howling Commandos ( es interesante notar que en los cómics estos comandos eran dirigidos por el entonces teniente Nick Fury, actual director de SHIELD).

Por otro lado, Johnston procura que la cinta sea una película más de cómic. Para ello prácticamente elimina la presencia del ejército Nazi, siendo el gran enemigo HYDRA, bajo el comando de Johann Schmidt, mejor conocido como Red Skull (Hugo Weaving). Casi desde el inicio queda claro que HYDRA sigue su propia agenda, sin importar si esto significa traicionar al Tercer Reich y destruirlo junto a las demás naciones del mundo. El arma fundamental para el plan de Red Skull la encuentra el villano desde la escena inicial: el poderoso Cubo Cósmico de Odín, el cual roba de un templo en una población noruega.
Y si estos elementos les recuerdan a Thor, están en lo correcto. Toda la película se enriquece del universo de Marvel que ya ha sido mostrado en películas anteriores. No sólo Howard Stark (Dominic Cooper), padre de Tony Stark, es pieza clave en el proyecto del super-soldado y la creación del traje y el escudo de vibranium del Capi, sino que todo el proceso en sí (que incluye la inyección de una fórmula y la radiación del sujeto) recuerda demasiado al proceso que más tarde llevaría a Bruce Banner a transformarse en Hulk. Pero claro, todos sabemos que "Captain America: The First Avenger" es la pieza final en el camino de Marvel hacia "The Avengers", hasta el punto que después de los créditos finales aparece el primer trailer oficial de dicha producción, dejando a los fanáticos con la emoción al tope.
"Captain America: The First Avenger" logra estar al excelente nivel de películas como "Iron Man", "The Incredible Hulk" y "Thor", sorteando exitosamente la trampa del panfletazo propagandístico y ganándose así el cariño del público, más allá de las salas de cine de su propio país. Quizás el idealista Steve Rogers esté en un momento ideal para ganarse nuevos fanáticos alrededor del mundo, a los cuales no les importe su nombre o el uniforme que usa.

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