Sherlock: Reseña de His Last Vow

¡Vaya capítulo final el de esta tercera temporada de "Sherlock"! No sólo se trata de una muy buena historia con un giro bastante inesperado que nos puso a comernos las uñas sobre el destino del matrimonio del atribulado John Watson, sino que además estuvieron esos últimos minutos que nos mostraron dos cosas que no esperábamos ver: a Sherlock Holmes como un homicida, y el supuesto regreso de alguien a quien todos vimos volarse la tapa de los sesos. Los más fanáticos de la serie ya sabrán de quién estoy hablando: "¿Me extrañaron?" ¡¿Qué carajos...?! Pero sin duda alguna fue el conflicto con Charles Augustus Magnussen el que robó gran parte de nuestra atención, mientras el Detective de Baker Street se enfrentaba a otro villano digno de sus capacidades intelectuales.

Antes de iniciar la reseña del episodio, vale la pena dedicarle unas cuantas palabras a este vil personaje. "A lo largo de mi carrera he tenido que vérmelas con cincuenta asesinos, pero ni el peor de todos ellos me ha inspirado la repulsión que siento por este individuo". En estos términos se refiere Sherlock Holmes a Charles Augustus Milverton, el "Rey de los Chantajistas" de Londres, en el cuento de Arthur Conan Doyle, "La Aventura de Charles Augustus Milverton". Y es en este Milverton que Steven Moffat basó a su villano Magnussen, un despreciable magnate de medios que controla a los líderes del mundo occidental mediante el chantaje y la extorsión, gracias al conocimiento de sus más oscuros secretos o "puntos de presión", como él mismo los llama. A diferencia del Milverton del cuento que se describe como regordete, Magnussen es alto y delgado, con una mirada que Holmes describe en el episodio como la de un gran tiburón blanco.


La historia inicia justamente presentándonos a este personaje, quien comparece ante un comité del Parlamento que busca establecer cuál es el nivel de influencia que este magnate extranjero ejerce sobre el actual Primer Ministro británico. Mientras es interrogado, un efecto visual nos hace pensar que Magnussen está recibiendo información en tiempo real a través de sus lentes, con lo cual encuentra cómo presionar a los miembros del comité. Su atención se enfoca en Lady Smallwood (Lindsay Duncan), a quien extorsiona más adelante amenazándola con publicar unas cartas que revelan la relación que su actual esposo sostuvo en el pasado con una menor de edad. Smallwood decide acudir a Baker Street en busca de la ayuda de Sherlock Holmes.

Aquí la historia se traslada hacia los Watson, quienes ayudan a una vecina a buscar a su hijo drogadicto en una casa abandonada utilizada por los adictos. Pero allí John también encuentra a Sherlock, a quien se lleva al laboratorio de Molly Hooper para que se haga un examen de dopaje, el cual sale positivo. Sherlock insiste en que todo es parte de un caso en el que trabaja. De regreso en Baker Street, Holmes descubre que su hermano Mycroft mantiene una búsqueda de drogas junto a Philip Anderson y otros miembros de su club de admiradores. Ante la presión, Sherlock revela que está trabajando en un caso contra Charles Augustus Magnussen, lo cual lo enfrenta contra su hermano mayor, pues este le dice que Magnussen está bajo la protección del servicio secreto. Tras quedarse a solas con Watson, Holmes decide darse un baño. Es allí cuando el doctor descubre que oculta en la habitación de Sherlock ha estado Janine, la amiga de su esposa Mary, quien al parecer es la nueva novia de Holmes.


La nueva vida romántica de su amigo desconcierta a Watson, pero el detective le hace concentrarse nuevamente en Magnussen, explicándole que todos los sucios secretos de los que se ha apoderado este villano están resguardados en bóvedas bajo su mansión de Appledore. Mientras hablan, el propio Magnussen aparece en Baker Street junto a sus guardaespaldas, en una visita bastante incómoda para medir a su nuevo adversario y "negociar" la recuperación de las cartas del esposo de Lady Smallwood. Tras ignorar las palabras que le dirige Sherlock e insultarlo orinando en su chimenea, Magnussen se marcha asegurándole que nunca entregará las cartas. Pero Sherlock Holmes tiene ya un plan trazado.

Revelándole a Watson que su romance con Janine es simplemente para poder acceder al penthouse de Magnussen en Londres (pues ella resulta ser su secretaria personal), Sherlock y el doctor entran al piso del magnate donde encuentran a Janine y a un guardia de seguridad inconscientes. Mientras Watson atiende a la chica, Holmes descubre a Magnussen de rodillas frente a una mujer vestida de negro que le apunta con un arma, lista para ejecutarlo. Pensando que se trata de Lady Smallwood, Sherlock trata de disuadirla. Pero cuando la mujer se vuelve hacia él, toda la historia da un giro inesperado que nos deja en shock como espectadores: la asesina no es otra que Mary Morstan, la esposa de John. Y para hacer más impresionante el momento, ella le dispara a Sherlock en el abdomen.


Aquí inicia una de las secuencias mejor logradas que se ha visto en la serie. Entre imágenes de sus recuerdos que se confunden dentro de su "palacio mental", Sherlock recurre a su intelecto en cuestión de milésimas de segundo para buscar caer de tal modo que la hemorragia no lo mate. Sus ideas toman la imagen de Molly, Anderson y Mycroft, quienes también le indican cómo evitar entrar en shock. Pero en el momento del dolor, sus recuerdos traen de vuelta a un Jim Moriarty encadenado y con camisa de fuerza, quien le insiste en que lo mejor es dejarse morir. Únicamente la idea del peligro que corre Watson ante la verdadera identidad de su esposa hace que el detective reaccione y escape a la muerte.

Al despertar, Sherlock es visitado en el hospital por Janine, quien ha vendido la historia de sus encuentros sexuales a periódicos amarillistas como venganza por la falsa propuesta de matrimonio. Para Sherlock esto es algo justo. Sabiendo que Mary aún está al lado de Watson, Holmes escapa del hospital. Lestrade y Watson buscan por todos sus refugios conocidos, pero es Mary quien lo encuentra en su escondite de las casas vacías en Leinster Gardens. Allí, ella le revela que realmente es una asesina de la CIA, quien adoptó la identidad de Mary Morstan para iniciar una nueva vida. Sin embargo, Magnussen descubrió la verdad e intentó chantajearla. Holmes recuerda las pocas amistades de ella en la boda, así como sus habilidades para descifrar códigos y recordar números. Pero cuando ella le suplica para que no le cuenta la verdad a John, Sherlock se disculpa: Watson ha escuchado todo escondido entre las sombras.


Un corte nos lleva varios meses después, al día de Navidad, cuando Sherlock ha insistido en realizar una cena en casa de sus padres y en compañía de Mycroft y los Watson. También está con ellos Bill Wiggins (Tom Brooke), un drogadicto que Sherlock sacó de las calles después que Watson le dislocó el brazo y que le ha estado sirviendo de ayudante. Mientras los Holmes "disfrutan" del ambiente navideño, los Watson por fin deciden hablar tras varios meses de silencio. Es aquí cuando volvemos al encuentro en Leinster Gardens, de donde Sherlock, John y Mary se dirigen a Baker Street. Allí Watson muestra todo su enojo cuando su amigo le hace ver que si Mary es una peligrosa asesina es porque inconscientemente él busca a ese tipo de personas peligrosas en su vida. Incluso la Señora Hudson, su inofensiva casera, estuvo casada con un traficante de drogas. Para lograr calmarlo, Sherlock le pide que vea a Mary como una cliente que busca la ayuda de ellos. Ella en respuesta le da a John una memoria USB que contiene todos los detalles de quién es realmente, pero le pide que no lo lea frente a ella, pues sabe que al terminar ya no la amará más. De regreso al día de Navidad, Watson quema la memoria revelándole que no la ha leído, pues le basta con que ella sea sólo Mary Watson, la mujer que ama.


El tierno momento es interrumpido cuando ella se desmaya. Es aquí cuando descubrimos que Sherlock ha sedado a toda su familia con ayuda de Wiggins para así robar la computadora personal de Mycroft, como parte de un trato secreto que hizo con Charles Augustus Magnussen a cambio de poder entrar en las bóvedas de Appledore. En un rápido flashback vemos el encuentro de ambos en un restaurante, durante el cual Sherlock descubre atónito que los lentes de Magnussen son completamente normales.

Un helicóptero lleva a Sherlock y Watson hasta Appledore, donde se revela que Magnussen es quien estuvo detrás del secuestro e intento de asesinato de Watson en "The Empty Hearse". Magnussen explica cómo nunca creyó que Sherlock fuese realmente un drogadicto, y cómo el verdadero "punto de presión" del detective era su cariño por Watson. Controlando a Mary, controlaba a Watson. Controlando a Watson, controlaba a Sherlock Holmes. Y controlando a Sherlock Holmes, controlaba a su hermano Mycroft, el hombre más poderoso de Gran Bretaña. Magnussen también logra descubrir el plan de Holmes, pues deduce que la computadora de Mycroft debe tener un dispositivo de rastreo y que pronto equipos armados del servicio secreto llegarán a Appledore donde lo descubrirán en posesión de secretos de estado, lo que les dará una excusa para entrar en las bóvedas y poder arrestarlo.


Pero cuando el triunfo de Sherlock parece asegurado, Magnussen revela su última carta ganadora: las bóvedas de Appledore no existen. Toda la información está en la memoria de Charles Augustus Magnussen, quien usa su propio "palacio mental" para almacenarla y tener acceso a ella cuando la necesita. Cuando las tropas del servicio secreto lleguen, sólo encontrarán a Sherlock Holmes y John Watson cometiendo traición al tratar de venderle secretos de estado. Versión que los periódicos de Magnussen se encargarán de dar a conocer en portada al día siguiente. El Detective de Baker Street se ve consternado ante la inminente derrota mientras que el villano amenaza con entregar a Mary a sus enemigos a menos que Watson se deje golpear en la cara. Viendo a su amigo humillarse de esa forma para proteger a su esposa, y en medio de la llegada de Mycroft con las tropas, Sherlock le pregunta una vez más a Magnussen si las bóvedas de Appledore existen sólo en su cabeza. Cuando este responde que sí, ocurre lo inimaginable: rápidamente Sherlock saca un arma y le dispara en la cabeza al magnate. Mycroft y Watson quedan petrificados mientras los agentes arrestan a Sherlock Holmes.


Usando sus influencias, Mycroft evita que a Sherlock se le envíe a prisión. Pero en lugar de ello, el detective tendrá que exiliarse en Europa del Este, realizando labores de espionaje que el propio Mycroft califica como suicidas. Tras despedirse de John y Mary, un jet se lleva a Sherlock de Inglaterra para nunca más volver... O al menos ese era el plan. Pues en los últimos momentos del episodio, una señal interrumpe todos los televisores de Gran Bretaña, aterrorizando a toda la nación: aparentemente Jim Moriarty ha regresado de la muerte. Mycroft de inmediato llama a Sherlock y hace que el avión lo traiga de vuelta. Un final sorpresivo, totalmente inesperado, que deja el escenario listo para la cuarta temporada de la serie.

Aunque el nombre del episodio es un juego de palabras que hace referencia al cuento "Su Último Saludo en el Escenario", la trama en gran parte está basada en "La Aventura de Charles Augustus Milverton". Incluso la cruel treta de Sherlock de enamorar a una empleada del villano para tener acceso a su casa, sale directamente de las páginas de dicho cuento. Al igual que el final donde el detective ve en un acto criminal la única manera de alcanzar verdadera justicia. Pero este no es el único cuento del que se hace referencia en este episodio. Toda la secuencia de inicio donde John Watson acude a una casa de drogas para buscar a un conocido y termina encontrando a Sherlock Holmes, es tomada del cuento "El Hombre del Labio Retorcido" (claro que en el cuento la casa de drogas es reemplazada por un fumadero de opio). También encontramos referencias a "La Aventura de la Casa Vacía" precisamente en las casas vacías de Leinster Gardens y en la mención del uso de un muñeco en las sombras para distraer la atención de un tirador como una táctica clásica.


Otro detalle tomado de los cuentos de Arthur Conan Doyle es el personaje de Billy Wiggins, el joven drogadicto con una gran capacidad deductiva, quien hace referencia al Billy que sirve de ayudante a Sherlock en sus últimas historias cuando Watson ya no vive en Baker Street tras su segundo matrimonio. Esta incorporación al elenco de seguro resulta bastante satisfactoria para los fanáticos del "canon sherlockiano".

La actuación de Lars Mikkelsen como Charles Augustus Magnussen está muy bien lograda, pues hace de este un personaje chocante y repulsivo a pesar de sus modos elegantes y pulcros. Su necesidad de comportarse como un matón que disfruta denigrando a sus víctimas logra plasmarse con elementos bien escogidos, simples y efectivos: la lamida que le da a Lady Smallwood en el rostro, el usar la chimenea de Baker Street para orinar, o su enfermizo disfrute al poder darle golpecitos en la cara a Watson sin que este pueda defenderse. El hecho de que su intelecto y sus métodos sean tan semejantes a los de Sherlock ayudan para hacer a este villano más grotesco, como si se tratase de una visión retorcida de lo que podría llegar a ser el Detective de Baker Street.


Una lástima que una bala en la cabeza acabara con este excelente enemigo... Aunque claro, la última secuencia con el aparente regreso de Moriarty parece establecer el precedente de que en "Sherlock", una bala entre los sesos no es suficiente para sacarte de la serie. Menos mal que Steven Moffat y Mark Gatiss han dicho que la cuarta serie podría llegar incluso a finales de este mismo año, porque la verdad es que con este final, todos los espectadores nos estamos muriendo de las ganas de saber qué va a ocurrir ahora.

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