La Realidad de un Mundo Irreal
Somos los creadores de nuestras propias prisiones, los forjadores de nuestras propias cadenas. Y esos barrotes imaginarios son más difíciles de romper que los de cualquier cárcel real. Esta parece ser la moraleja que nos lanza Zack Snyder con su última película, "Sucker Punch". Pero seamos francos, muchos no fuimos a verla por la moraleja, sino por la acción, los alusinantes efectos visuales y un reparto de chicas sensuales. Y quizás este conjunto de metralla sensorial es lo que arruina un poco la apreciación total de la película. Aclarémoslo de una vez: "Sucker Punch" es una película bastante entretenida. En lo personal la disfruté y no siento que haya malgastado mi dinero en verla. Pero como productor debo reconocer que no llegó a ser lo que pudo haber sido, y que a Snyder la trama se le descarrila un poco al final. Punto a favor es que uno no sabe muy bien qué esperar de esta cinta en cuanto a lo narrativo, pues a lo largo de múltiples afiches y trailers, la idea de la cinta no llega a quedar muy clara. Esto explica que muchos llegásemos al cine con expectativas visuales y de acción que sí se cumplieron, pero sin expectativas concretas con respecto a la historia. Aún así Snyder vuelve a hacer gala de su excelente manejo fotográfico y su buen gusto para el montaje sonoro y visual, algo que ya le hemos visto en "300" o "Watchmen".
Desde un inicio se nos presenta un manejo cinematográfico hermoso cuando se nos narra el principio de la historia sin un sólo diálogo, tan sólo el juego de secuencias unido por la expresiva melodía de "Sweet Dreams Are Made of This" (original del dúo Eurythmics) en una versión más moderna interpretada por la propia protagonista, Emily Browning. Durante estas secuencias vemos la muerte de la madre del personaje que conoceremos simplemente como Babydoll (Browning), quien junto a su pequeña hermana queda a merced de un siniestro padrastro que sólo está detrás de la fortuna de las chicas. En un trágico intento por salvar a su hermana del abuso del padrastro, Babydoll dispara contra el hombre, con tan mala suerte que la bala le quita la vida a su pequeña hermana. El padrastro aprovecha el incidente para encerrar a la chica en el Asilo Lennox (cosa interesante: el nombre de la vocalista de Eurythmics es precisamente Annie Lennox), en donde soborna al jefe de enfermeros Blue Jones (Oscar Isaac) para que se encargue de que a Babydoll se le haga una lobotomía.
Es aquí donde comienza a operar el carácter surrealista de la trama, pues Babydoll visualiza el asilo como un cabaret y burdel propiedad de Blue (quien es visualizado como un ganster junto a los demás enfermeros). La doctora Vera Gorski (Carla Gugino) se convierte en la mente de Babydoll en la encargada de enseñarle a las prisioneras a bailar para el espectáculo del cabaret. Es durante estos bailes donde la mente de Babydoll cae en su nivel más profundo de surrealismo, pues se transporta a mundos fantásticos donde se encuentra con El Sabio (Scott Glenn), una especie de maestro místico quien le dice que para escapar de su prisión ella debe encontrar cinco objetos: un mapa, fuego, un cuchillo, una llave y un quinto objeto misterioso que la llevará a tener que hacer un gran sacrificio.
Babydoll tiene poco tiempo para realizar su plan de escape, pues Blue ya la ha vendido al Gran Apostador (Jon Hamm), quien vendrá por ella en pocos días. Este Gran Apostador es en realidad el médico que viene a hacer las lobotomías al asilo. La protagonista comparte su plan con otras cuatro internas: Amber (Jamie Chung), Blondie (Vanessa Hudgens), Rocket (Jena Malone) y la protectora hermana mayor de esta, Sweet Pea (Abbie Cornish).
Son estos viajes de trance mientras Babydoll baila lo que conforma el fuerte de la película, llevando al grupo de chicas por diferentes escenarios que en lo personal me hicieron sentir que estaba viendo una extraña compilación del imaginario de los videojuegos: un enfrentamiento en un templo japonés contra samurais gigantescos, una batalla de trincheras de la Primera Guerra Mundial protagonizada por soldados alemanes muertos impulsados por tecnología de vapor, un combate contra un terrible dragón en medio del asedio de caballeros contra un castillo lleno de orcos, un tren de alta tecnología llevando una poderosa bomba hacia una ciudad en un planeta extraterrestre y vigilado por un batallón de sofisticados robots... En fin, uno llega a preguntarse si Snyder sufrió algún colapso nervioso frente al Play Station después de varios días seguidos de juego, y que quizás fue en medio de las convulsiones que se le ocurrió la idea de "Sucker Punch".
Otro tema constante es el de la opresión sexual de la mujer frente al hombre. Una idea patente en el hecho de que quienes ostentan la autoridad en el asilo son realmente los enfermeros, y que estos a su vez son representados como mafiosos que explotan sexualmente a las chicas. Incluso en los escenarios imaginativos se siente esa lucha de Babydoll y sus amigas contra fuerzas sumamente masculinas y monstruosas.
A todo esto hay que agregarle la banda sonora donde se escucha la música de grandes artistas como Björk o Queen.
Entre toda la vorágine sensorial (B-29 enfrentándose a dragones, un "killer-bunny" mecanizado, una especie de Darth Vader steampunk de las trincheras y su respectivo Emperador-Mariscal), hay que aceptar que se pierte parte escencial de la historia. Pasamos demasiado tiempo dentro del trance de Babydoll, y eso impide que lleguemos a profundizar en las demás chicas, con la única excepción de Rocket y Sweet Pea. Al llegar al clímax de la historia, este se desencadena impetuosamente y para cuando todo ha acabado, aún estamos asimilándolo. Es aquí cuando uno llega a tener una cierta sensación de que algo faltó; de que alguno de los niveles de esta pirámide de realidades no terminó de concretarse ante nuestros ojos. Quizás en esto también tenga que ver un poco la actuación de Browning, quien como protagonista logra dar esa sensación de la chica inocente, pero no termina de ser creíble como guerrera. Algo que sí pasa con las otras actrices.
¿Qué pudo haber pasado? En la red se comenta mucho que la productora habría eliminado varias escenas de la película para que esta se ajustara a los requerimientos de una cinta apta para un público mayor de 13 años. Se habla que estos cortes suman hasta 25 minutos de película. Zack Snyder no ha querido referir si los problemas que la crítica ha señalado en la trama tienen algo que ver con estos minutos eliminados. Lo que sí ha dicho es que piensa sacar una versión en DVD que incluirá este material y que por tanto se acercará más a la versión original de la película que él había concebido en su cabeza.
Veremos si esta versión de DVD tiene mejor aceptación que la versión de los cines (a la cual no le fue muy bien). Mientras tanto, Snyder prefiere seguir adelante con sus proyectos y ya está concentrado en su próxima película junto a Christopher Nolan sobre cierto famoso kriptoniano. Así que pronto veremos a Zack Snyder volver a las películas que mejor le han resultado: las de cómics.
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