Ni Titánica, Ni Mítica


Tal era el relato que cautivó al público con una historia mítica y emocionante en 1981.

Casi 30 años después, llega a las salas de cine un remake de esta película, también titulada "Clash of the Titans" y dirigida en esta ocasión por Louis Leterrier. Cuando el primer trailer se dio a conocer el año pasado, muchos nos emocionamos con lo que parecía ser una gran reinterpretación de un clásico, mejorado con todo lo que las nuevas tecnologías digitales pueden ofrecer para la creación de efectos visuales. El trailer nos mostraba escorpiones gigantes, a Pegaso, a Medusa, al Kraken, y uno se preguntaba ¿qué más vamos a poder disfrutar en la gran pantalla?
La respuesta simple es: nada más. "Clash of the Titans" pasó rápidamente de una gran promesa, a una profunda decepción. ¿Cómo un director puede perderse tanto dentro de la mitología? La versión original de Desmond Davis tenía sus interpretaciones libres del mito (por ejemplo, que Pegaso no nacía de la sangre de Medusa), pero la versión de Leterrier simplemente se descarrila de lo mitológico.

El primer gran problema es el villano, pues aquí se nos presenta al dios del Inframundo Hades (Ralph Fiennes) como el gran malo de la historia, una necedad que parece hacer eco del ridículo estereotipo creado en la versión animada de Disney en "Hercules". Hades busca destronar del Olimpo a su hermano Zeus (Liam Neeson), y se encarga de ponerlo en contra de los mortales para poder liberar a su hijo, el Kraken, en contra de Argos. Y uno se pregunta: ¿Realmente es tan fácil manipular al arrogante Rey del Olimpo? ¿Cómo puede ser el Kraken hijo de Hades si es una criatura marina y ese es el reino de Poseidón? Los demás olímpicos son adornos en pedestales, y sólo Poseidón (Danny Huston) tiene un par de líneas, al igual que Apolo (Luke Evans). Thetis, Atenea y Hermes (y su rol importantísimo en el mito) brillan por su ausencia. Además, Hades no se ve como un dios griego: parece más bien una interpretación del oscuro dios nórdico Loki. ¿No será que Leterrier se equivocó de mitología a la hora de hacer esta película?
Todo se conjuga para que la sensación de lo caprichoso del actuar de los dioses con respecto a los mortales se reduzca a un tosco intento de golpe de estado en el Olimpo, en donde sólo Zeus y Hades son los únicos que figuran. El resto del panteón griego hágase a un ladito y espero el siguiente mito.

Entre mortales y semidioses la cosa tampoco anda muy bien que digamos. Perseo (Sam Worthington) es rescatado por el pescador Spyros (Pete Postlethwaiter, en una de las pocas actuaciones rescatables de la película), quien muere junto a su familia como daño colateral de las acciones del ejército de Argos contra los dioses y la venganza inmediata de Hades. De allí en adelante lo que impulsa al héroe son puras ganas de sacarse el clavo. Nada de amor por Andrómeda (Alexa Davalos), nada de compromiso para con la gente de Argos. ¡Vaya héroe! Otro punto: para Leterrier parece que eso de andar de una ciudad a otra era demasiado complicado, así que todo ocurre en Argos. Allí el Rey Cefeo (Vincent Regan) y la Reina Casiopea (Polly Walker) han declarado una guerra contra los dioses, algo que en principio parecía interesante y prometedor para la trama. Sin embargo, poco a poco este aparente eje filosófico se va diluyendo y al final de la película queda la sensación de que al director se le olvidó del todo en algún momento a mitad de la película.

Dos personajes aparecen en pantalla con un protagonismo desmesurado.
El Rey Acrisio (Jason Flemyng) en esta versión es esposo y no padre de Danae, así que la razón por la cual la lanza al mar no es por un presagio, sino porque le puso los cuernos con Zeus. En medio de su ira, es alcanzado por el rayo del dios, quien lo desfigura de por vida. El deforme Acrisio es visitado por Hades, quien lo convence de ir tras Perseo mediante un razonamiento de venganzas cruzadas que tal vez hubiese sido innecesario si tan sólo le hubiese dicho que el héroe era el hijo bastardo de Zeus y su mujer.

El otro personaje con un papel importante y que ni siquiera aparece en el mito es Io (Gemma Arterton), una semidiosa que ha cuidado de Perseo desde que era infante, pues no envejece debido a una maldición de los dioses. Io lucha al lado de Perseo asumiendo el rol que le correspondía en el mito a la diosa Atenea, y el héroe termina enamorándose de ella. Pero claro, ella debe morir para que el héroe se case con Andrómeda. ¿Cierto? ¡Pues no! A Leterrier le pareció que Perseo y Andrómeda no debían terminar juntos, así que el héroe rechaza a la princesa y Zeus le regresa a Io.
¿Y los demás héroes que marchan junto a Perseo en busca de Medusa? Desgraciadamente se profundiza tan poco en ellos que a medida que son destrozados por bestias y monstruos, a uno simplemente le da igual. Sólo el veterano Draco (Mads Mikkelsen) y los cazadores persas Ixas (Hans Matheson) y Kucuk (Mouloud Achour) llegan a tener cierta trascendencia en la trama: el primero como líder militar; los segundos como personajes jocosos.

Los objetos mágicos que usa Perseo en el mito, aquí no existen: ni las sandalias para caminar por los aires, ni el yelmo para hacerse invisible, ni siquiera el escudo que le regala Atenea al héroe. Sólo hay una espada mágica que Perseo dentro de su testarudez se niega a utilizar hasta el final.

¿Qué se puede rescatar de esta película? Los efectos visuales son lo primero: se nota que los encargados de dar vida a las diferentes criaturas se esmeraron por hacer un muy buen trabajo. En segundo lugar, debo confesar que la idea de los genios del desierto domando a los escorpiones gigantes es una de las pocas contribuciones originales positivas de esta película. En tercer lugar, la actuación de Liam Neeson como el máximo dios del Olimpo fue bastante buena hasta donde el guión se lo permitía, siendo mis escenas favoritas cuando Zeus se disfraza de viejo vagabundo para hablar con su hijo (algo que sí está en los mitos). Por último, la nostálgica aparición en un baúl de Bubo, el búho mecánico que Atenea le regala a Perseo en la versión original, es el único guiño colocado para los fanáticos de la primer "Clash of the Titans". Aunque tal regalo se convierte pronto en un trago amargo cuando Perseo lo deja tirado después que Draco le dice que es sólo "algo inútil".

Este episodio con Bubo parece ser una metáfora de toda la película, en la cual Leterrier parece dejar de lado la versión original y el mito griego por considerarlos "algo inútil". Mejor no lo hubiese hecho: en la película original Bubo se encargó de salvarle el pellejo a Perseo en varias ocasiones. Quizás, haber sido más fiel a los relatos anteriores habría salvado este remake. Pero lo cierto es que el "Clash of the Titans" de Louis Leterrier resulta bastante incípido y su trailer promocional nos da más emociones que la película en sí misma. Según los productores, su intención es hacer por lo menos dos secuelas más. ¡Los dioses nos libren de ello!
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