La Horma del Zapato de Sherlock

No es necesario ser muy versado en literatura para conocer el nombre del gran enemigo de Sherlock Holmes: el profesor James Moriarty. Este vil personaje fue introducido por Arthur Conan Doyle en las narraciones del detective de Baker Street en la que suponía sería la conclusión de la saga literaria, "El Problema Final". El autor muchas veces confesó que creó a Moriarty con el fin exclusivo de que Sherlock muriese en manos de un digno adversario. Matemático de gran renombre, hombre culto y de extrema inteligencia, el profesor Moriarty dirige un complejo sindicato criminal por toda Europa con la ayuda de su mano derecha, el coronel Sebastian Moran, un renombrado cazador y experto tirador. Moriarty sólo tuvo participación directa en dos de las novelas de Sherlock Holmes: "El Valle del Terror" y "El Problema Final". Al final de esta última entrega, el conflicto entre el llamado Napoleón del Crimen y Holmes llega a su clímax cuando ambos supuestamente mueren al caer en la catarata de Reinchenbach en Suiza. Posteriormente, y debido a la fuerte protesta de sus lectores, Conan Doyle se vio obligado a traer de vuelta a su afamado personaje en "La Casa Vacía", donde se explica que Holmes logró escapar con vida de su encuentro con Moriarty, aunque tuvo que fingir su muerte para obligar a todos los seguidores de su enemigo a salir a la luz.


En el cine, Moriarty ha tenido tantas caracterizaciones como el propio Holmes, y para nadie era un secreto su participación como villano principal en "Sherlock Holmes: A Game of Shadows", pues ya se preveía su papel  escencial en la trama desde la anterior película de Guy Ritchie, donde el profesor aparece entre sombras coaccionando a Irene Adler (Rachel McAdams). En "A Game of Shadows" este memorable criminal por fin tiene un rostro: el del actor Jared Harris. Robert Downey Jr y Jude Law vuelven a encarnar de manera impecable al dúo Holmes / Watson, a la vez que también repiten sus personajes anteriores Kelly Reilly (Mary Morstan-Watson), Eddie Marsan (el inspector Lestrade) y Geraldine James (la Señora Hudson). Las caras nuevas del elenco junto con Harris son Noomi Rapace (como la gitana Simza), el gran Stephen Fry (como Mycroft Holmes, el igualmente excéntrico hermano de Sherlock) y Paul Anderson (como Sebastian Moran).

Al iniciar la trama nos encontramos con un Holmes transtornado, obsesionado completamente por develar cada detalle de la red criminal de Moriarty, impulsado en parte por la sensación de abandono de su buen amigo Watson previo al matrimonio de este con Mary Morstan, y el reciente asesinato de su amada Irene Adler a manos de Moriarty. Watson intentará distraer la mente de su amigo permitiéndole que le organice su despedida de soltero, a la cual Sherlock parece haber invitado únicamente a su hermano Mycroft, pues su verdadero plan es seguir investigando las intenciones de Moriarty. Pronto ambos personajes se encontrarán corriendo contra reloj por impedir que Moriarty desencadene una guerra de escala mundial.


Guy Ritchie acertadamente vuelve a confiar en la química de sus protagonistas para dirigir el ritmo de la película. Downey Jr nos sigue deleitando con su Sherlock socialmente disfuncional, adicto y narcisista, mientras que Law vuelve con su Watson siempre a punto de ahorcar a su viejo amigo por los problemas en que los mete. En esta ocasión la actuación de Kelly Reilly llega a tener mayor fuerza, al permitirse una participación activa en los planes de Sherlock y Watson y hasta protagonizar una buena escena de acción saltando desde un tren en movimiento hacia un río (¿o será más acertado decir "siendo lanzada" desde un tren en movimiento hacia un río?). Pero el rol femenino más fuerte le toca a la sueca Noomi Rapace, quien saltó a la fama internacional en 2009 con su excelente caracterización de Lisbeth Salander en la trilogía sueca "Millennium", basada en los best-seller de Stieg Larsson. En esta historia, Rapace interpreta a una joven gitana que se encuentra con Sherlock y Watson mientras investiga el paradero de su hermano, el cual aparentemente está trabajando para Moriarty. Simza se encarga de guiar a los protagonistas por la red de criminales y anarquistas de la Europa continental de finales del siglo XIX, de cuyas acciones se está valiendo el Napoleón del Crimen para incrementar la tensión bélica entre Francia y Alemania.


Pero volvamos al villano de la película. Harris nos regala una muy bien lograda interpretación de Moriarty, la cual nos permite vislumbrar ese ego criminal que logra echar chispas al encontrarse con el ego aún mayor de un protector de la ley como lo es Sherlock Holmes. El sadismo del personaje también queda patente en momentos clave como cuando mata a Adler o cuando tortura a Holmes. Su ingenio maléfico le permite tenderle trampas efectivas al desconcertado detective de Baker Street, y su capacidad de lograr un análisis deductivo similar al del héroe queda manifiesto durante el clímax de la película: ese memorable enfrentamiento entre dos grandes genios, uno al servicio del mal y el otro al servicio del bien. El desenlace de este enfrentamiento ciertamente no es una sorpresa para aquellos familiarizados con las historias de Conan Doyle. Pero Guy Ritchie se vuelve aquí un maestro de la cámara, que logra reemplazar la sorpresa con la emoción del momento, de tal suerte que por más que uno sepa lo que va a pasar, no deja de emocionarse al verlo transcurrir en la pantalla.


Punto débil de la trama es la propia conspiración de Moriarty por desencadenar una Guerra Mundial que le permita obtener grandes ganancias, gracias al control de suministros y compañías armamentistas que han estado experimentando con la creación de armas automáticas y químicas. Aunque a nivel de la historia este plan siniestro logra fundamentarse con solidez, uno no deja de pensar en la película "The League of Extraordinary Gentlemen", en la cual el propio Moriarty desarrolla el mismo complot. Y puesto que dicho complot no es parte del cómic original de "The League" ni tampoco se vislumbra en las obras de Conan Doyle, llega a tener un cierto sin sabor de copia de una película anterior.

Por otra parte, aunque la banda sonora de Hans Zimmer mantiene ese buen nivel al que este compositor ya nos tiene acostumbrados, no llega a tener el protagonismo que sí logra en la primera entrega de "Sherlock Holmes".


Finalmente, hay que destacar de nuevo la preocupación de Ritchie como director de crear su propia obra pero sin perder el rumbo de lo creado por Doyle. Testimonio de esto son esos pequeños detalles que se convierten en hermosos regalos para los amantes de las historias literarias de Sherlock, como el rifle de aire con forma de bastón que llega a utilizar Sebastian Moran para asesinar a varios personajes. O el rostro barbado que se le da a Moriarty a través del maquillaje, alejándose de imágenes anteriores de este villano, pero acercándolo a la imagen de Adam Worth, criminal real en el cual Doyle se inspiró para crear al archienemigo de Sherlock.


En resumen, "Sherlock Holmes: A Game of Shadows" es una película que se construye sobre los fuertes cimientos y engranajes establecidos por su predecesora, sin que por ello uno sienta que es repetitiva. Un buen rato de entretenimiento está garantizado en la butaca de cine. Y para aquellos fanáticos del detective más grande de la historia, les agradará saber que Warner Bros ya está trabajando en el guión de la tercera entrega. Claro que después de dos buenos éxitos, esto es algo... "elemental".

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